Las diferencias de sexo en las reacciones faciales afectivas están presentes en la infancia

By | May 28, 2024

Introducción

En la población general, los hombres muestran rasgos de personalidad menos empáticos en comparación con las mujeres. Esta observación ha sido bien documentada en niños y adultos hasta el punto de que algunos autores definen el cerebro masculino por sus menores capacidades empáticas que el femenino (Baron-Cohen, 2002; Lawrence et al., 2004; Coll et al., 2012 ; Michalska et al., 2013). Se supone que este dimorfismo sexual en humanos es producto de la presión evolutiva relacionada con el apareamiento y los comportamientos de los padres, es decir, la inversión de los padres es mucho mayor para el sexo femenino que para el masculino (Decety y Svetlova, 2012). Medir la empatía es un desafío. Los autoinformes explícitos mediante cuestionarios validados representan el estándar de oro para la evaluación de la empatía (Lawrence et al., 2004), que puede estar respaldado por una constelación de factores fisiológicos auxiliares (Dimberg et al., 2002) e imágenes (Michalska et al. ., 2013) medidas. Las medidas fisiológicas de la empatía generalmente consisten en registrar respuestas motoras afectivas a los estados emocionales de los demás. El fundamento general de esto tiene sus raíces en la teoría “afectiva” de la empatía (Lawrence et al., 2004) que define la empatía como la capacidad de recrear los estados afectivos de otros.

Los patrones motores afectivos reclutan efectores viscerales y somáticos específicos. Las respuestas viscerales (p. ej., un aumento de la frecuencia cardíaca o un cambio en la producción de sudor) se producen para la homeostasis de las funciones internas; en cambio, los movimientos afectivos somáticos tienen una función comunicativa (p. ej., sonreír o gritar). Uno de los componentes somáticos de los movimientos afectivos más estudiados es la expresión facial. Se ha descrito que los individuos expuestos a manifestaciones afectivas de sus congéneres producen movimientos faciales estereotipados que son específicos de la expresión facial que se observa. Estos movimientos son un hallazgo sólido y replicado y se conocen como reacciones faciales rápidas (RFR; Dimberg, 1982; Thunberg y Dimberg, 2000; Larsen et al., 2003; Weyers et al., 2009; Fujimura et al., 2010; Rymarczyk et al., 2011; Likowski et al., 2012); para una revisión, ver Cattaneo y Pavesi (2014). Pueden seguir un patrón mimético (como sonreír en respuesta a una sonrisa) o un patrón reactivo (como producir una postura facial temerosa en respuesta a una cara enojada) ante la expresión facial emocional de la persona observada (Dimberg, 1982; Moody et al., 2007). Los sujetos desconocen sus propios RFR, que no se modifican mediante movimientos voluntarios superpuestos. Otra característica de los RFR es su latencia de inicio inferior al segundo, que se ha documentado en el rango de 300 a 700 ms (Dimberg et al., 2000). Según algunos autores, los RFR inician o modulan estados afectivos en el observador y, por lo tanto, son potencialmente un eslabón fundamental en la cadena de eventos que median la comunicación afectiva interindividual (Dimberg et al., 2002; Larsen et al., 2003; McIntosh et al., 2003). Niedenthal et al., 2010). En consecuencia, los RFR se han utilizado como herramienta para investigar la empatía en poblaciones especiales, como personas diagnosticadas con trastorno del espectro autista (Clarke et al., 2005; McIntosh et al., 2006; Beall et al., 2008) o en rasgos de personalidad particulares ( Scarpazza et al., 2018). Desde sus primeras descripciones, se ha demostrado que las RFR se producen de manera desigual entre los dos sexos (Dimberg y Lundquist, 1990; Lang et al., 1993; Thunberg y Dimberg, 2000; Sonnby-Borgstrom et al., 2008; Hermans et al. ., 2009; Huang y Hu, 2009; Los hombres producen RFR de menor amplitud que las mujeres, posiblemente debido a la mayor inversión y empatía de los padres femeninos en comparación con los hombres. Se han registrado RFR en niños (McIntosh et al., 2006; Beall et al., 2008; Oberman et al., 2009; Deschamps et al., 2012, 2014; Geangu et al., 2016). Un estudio muy amplio y reciente basado en la web confirmó las diferencias de sexo en las reacciones faciales a los estímulos afectivos y sugirió que las diferencias entre sexos no podían ser enteramente cuantitativas (mujeres más que hombres). Por el contrario, en los adultos se encuentran diferencias cualitativas, siendo las mujeres más reactivas ante estímulos emocionales positivos y viceversa, siendo los hombres más reactivos ante estímulos negativos (McDuff et al., 2017).Hasta ahora, la cuestión de las diferencias de sexo en las RFR no se ha investigado explícitamente en niños, y en la literatura sólo se dispone de un informe parcial en niños prepúberes (McManis et al., 2001). Nuestro objetivo es llenar este vacío en el conocimiento actual con el presente informe.

Materiales y métodos

Participantes

Examinamos un grupo de 60 niños con desarrollo típico (30 hombres y 30 mujeres; edad: 7; 8-10; 4 años) reclutados aleatoriamente entre los alumnos de una escuela primaria pública local en Parma (Italia). No tenían antecedentes de parto prematuro ni trastornos del desarrollo neurológico y se desarrollaban de manera típica. La etnia era 95% caucásica, compatible con la población italiana en general. Todos los participantes tenían visión normal o corregida a normal. Se obtuvo el consentimiento informado por escrito de los padres de cada participante y se obtuvo la aprobación total del niño antes de la sesión. El estudio fue aprobado por el comité ético local (Comité de experimentación humana de la Universidad de Parma).

Estímulos visuales

Los estímulos visuales eran vídeos de rostros que pasaban de una expresión neutra inicial a expresiones emocionales plenas. Construimos las películas a partir de fotografías en escala de grises (14,5 cm de alto x 21 cm de ancho) seleccionadas del Conjunto de Manifestaciones Faciales de Emoción de Montreal (Beaupré y Hess, 2005) que representan expresiones neutrales, felices y tristes de hombres y mujeres caucásicos, asiáticos y africanos. . Para cada actor, la cara neutral se transformó mediante un software de transformación ( Sqirlz Morph 1 ) en la emoción completa en pasos del 10%. De esta manera obtuvimos para cada actor y emoción, 11 fotogramas que representan el espectro de expresión facial neutral al 100% de la emoción. Todos los cuadros se montaron en secuencia para obtener un videoclip corto de 2930 ms. El clip en condición neutral se realizó con una secuencia estática de 11 fotogramas de la cara neutral. Los tres tipos de estímulos, feliz, triste y neutral, se muestran en la Figura 1. El número final de estímulos fue 2 (género del actor) × 3 (etnicidad del actor) × 3 (emociones) × 2 (diferentes actores dentro de cada categoría) = 36 clips . Estos se presentaron en una pantalla de computadora de 15,4 ″ colocada a unos 60 cm de distancia del participante.

www.frontiersin.org Figura 1 . Ejemplo de clips experimentales (solo se muestran el primer y el último fotograma).

Procedimiento

Los experimentadores recibieron a los participantes, les mostraron el laboratorio de grabación y les dieron tiempo para familiarizarse con el entorno y el equipo. Se les mostraron los electrodos de registro y se les permitió manipularlos. Para evitar cualquier sesgo en los participantes, evitamos cualquier referencia a movimientos faciales y músculos durante la sesión informativa inicial. En lugar de eso, se les dijo a los participantes que estábamos midiendo la temperatura de la piel de varias partes del cuerpo y que se colocaban algunos electrodos falsos en la piel de las manos y los pies (Dimberg y Thunberg, 1998). Los ensayos fueron iniciados manualmente por el experimentador. La sesión experimental se dividió en dos bloques. En el primer bloque, denominado “observación pasiva”, a los participantes sólo se les pidió que miraran atentamente los clips. En el segundo bloque (“calificación explícita”) se les pidió que nombraran la emoción expresada en cada clip. Las respuestas verbales se registraron para su posterior análisis. Cada uno de los dos bloques constaba de 36 estímulos, 12 clips que representaban expresiones felices, 12 clips que representaban expresiones tristes y 12 clips de expresión neutra. Al final de la sesión pedimos a todos los participantes que realizaran contracciones máximas de los dos músculos faciales registrados. Esta medida se utilizó durante el procesamiento de datos para la normalización entre sujetos.

Grabaciones, preprocesamiento y análisis de EMG

La EMG facial se registró desde los músculos cigomáticos y el corrugador supercilii bilateralmente con electrodos de Ag/AgCl (área de registro de 28 mm2 ) . La actividad muscular se registró continuamente utilizando un electroencefalógrafo (Micromed-system, Italia), se amplificó ×1000 y se digitalizó a una frecuencia de muestreo de 512 Hz. La señal EMG se filtró en paso de banda (20-250 Hz) y se rectificó. Luego, la señal EMG rectificada se procesó en los siguientes pasos: (1) todos los valores EMG se dividieron por el EMG registrado durante la contracción máxima para mejorar la comparabilidad entre los sujetos. Por lo tanto, los datos de EMG se expresaron como porcentaje de contracción máxima en lugar de valores absolutos. (2) Los registros EMG continuos se analizaron en ensayos considerando la ventana de −800 ms a +2800 ms desde el inicio del estímulo. (3) Los datos se promediaron en intervalos consecutivos de 400 ms, obteniendo así nueve valores consecutivos de EMG para cada prueba. (4) Se promediaron los dos contenedores previos al estímulo para crear un valor EMG de referencia. (5) Los siete contenedores posteriores al estímulo se corrigieron en términos de referencia restándoles los valores de referencia. En los datos resultantes, cualquier valor positivo indicó una mayor actividad EMG en comparación con el valor inicial y los valores negativos indicaron una disminución de la actividad EMG en comparación con el valor inicial. (6) Los datos de EMG de cada grupo se promediaron dentro de los sujetos según la emoción mostrada. El conjunto de datos resultante incluyó para cada sujeto un total de seis (2 músculos × 2 lados × 3 emociones) series de siete grupos cada una.

Análisis estadístico de datos EMG

Los datos EMG procesados ​​se analizaron mediante un ANOVA de diseño mixto con un factor entre sujetos, SEXO (2 niveles: masculino o femenino) y cuatro factores intrasujetos, LADO (2 niveles: izquierdo o derecho) MÚSCULO (2 niveles : corrugator supercilii y zygomatici ), EMOCIÓN (3 niveles: neutral, feliz y triste) y BIN (7 niveles, correspondientes a cada uno de los contenedores post-estímulo). Las comparaciones post hoc se realizaron con pruebas t con corrección de Bonferroni cuando correspondía. Cuando fue apropiado, se realizó la corrección Greenhouse-Geisser (GG). El tamaño del efecto se expresó mediante el coeficiente eta-cuadrado. Todas las estadísticas se realizaron con el software STATISTICA (StatSoft Inc.).

Análisis de datos de comportamiento

La evaluación explícita de las expresiones emocionales se clasificó fuera de línea en cinco categorías macroemocionales (felicidad, tristeza, ira, disgusto y miedo). La precisión se calculó como la proporción de respuestas correctas sobre el total de respuestas. El análisis estadístico de la precisión se realizó mediante un ANOVA de diseño mixto con un factor entre sujetos, SEXO (2 niveles: masculino o femenino) y un factor dentro de los sujetos, EMOCIÓN (2 niveles: feliz y triste). Se hicieron comparaciones post hoc con Pruebas t con corrección de Bonferroni cuando corresponda.

Resultados

EMG

Como análisis preliminar, buscamos falta de homogeneidad en el conjunto de estímulos. En particular, inspeccionamos cualitativamente las respuestas EMG a estímulos únicos para identificar si alguno era sistemáticamente más o menos evocador que otros en la producción de RFR. Evaluamos cuantitativamente mediante un ANOVA de 4 vías (ESTÍMULO SEXO*ESTÍMULO ETNICIDAD*EMOCIÓN*SEXO DEL PARTICIPANTE) si era evidente algún efecto de la etnia o el sexo del estímulo. No fueron evidentes efectos principales ni interacciones que involucraran el SEXO DEL ESTÍMULO y la ETNICIDAD DEL ESTÍMULO (todos los valores de p > 0,18).

Los resultados de EMG del análisis principal se ilustran en la Figura 2. Dado el interés ad hoc por respuestas musculares específicas a emociones específicas, consideramos como resultados de interés sólo las interacciones que involucran SEXO, MÚSCULO y EMOCIÓN. Otros efectos, por ejemplo un efecto principal de MUSCLE, no son informativos para el presente trabajo y no se discutirán. El ANOVA general mostró una interacción compleja significativa de SEXO*LADO*MÚSCULO*EMOCIÓN*BIN ( F (12,696) = 3,6893, p = 0,00002; p ajustado por GG = 0,0004; eta-cuadrado = 0,06). Para investigar esta interacción de cinco vías, dividimos los datos entre las dos poblaciones de mujeres y hombres en dos ANOVA DE EMOCIÓN LATERAL*MÚSCULO**BIN.

www.frontiersin.orgFigura 2 . Resultados medios de los registros electromiográficos (EMG) en hombres y mujeres en cada condición experimental. Los asteriscos indican los intervalos de tiempo en los que se encontró una diferencia significativa entre los dos músculos. En la condición “tristeza”, los asteriscos se representan asociados a una línea porque hacen referencia a los datos colapsados ​​entre ambos lados. Las áreas sombreadas representan la región incluida en los intervalos de confianza superior e inferior del 95% de la media. La actividad EMG se expresa como el porcentaje de la actividad EMG máxima, línea de base corregida restando la EMG previa al estímulo (consulte la sección “Materiales y métodos” para obtener detalles sobre el procesamiento previo de EMG). Las líneas negras discontinuas indican el valor de y = 0, correspondiente a la EMG previa al estímulo de referencia.

grupo masculino

El sub-ANOVA en participantes masculinos no mostró ninguna interacción significativa de interés, es decir, que involucrase MÚSCULO y EMOCIÓN (todos los valores de p > 0,12). Por lo tanto, el resto del análisis exploratorio se limitó a las participantes femeninas.

grupo femenino

En el grupo femenino se encontró una interacción significativa de MÚSCULO*EMOCIÓN*BIN ( F (12,348) = 10,846, p < 0,000001; p < 0,000001 ajustado por GG ; eta-cuadrado = 0,27), sin ningún efecto de SIDE. Los datos del grupo de mujeres se dividieron en tres ANOVA separados, uno para cada uno de los tres tipos de estímulo (feliz, triste y neutral).

Grupo Femenino, Clips De Felicidad

El análisis de los clips de felicidad mostró una interacción LADO*MÚSCULO*BIN significativa: ( F (6,174) = 12,147, p <0,000001; p ajustado por GG <0,000001; eta-cuadrado = 0,30). Esta interacción se exploró más a fondo mediante dos interacciones MUSCLE*BIN, una para cada lado.

Grupo Femenino, Clips De Felicidad, Lado Derecho

El ANOVA del lado derecho mostró una interacción MÚSCULO*BIN significativa ( F (6,174) = 6,882, p = 0,000001); p ajustada por GG = 0,0001; eta-cuadrado = 0,19). En los análisis post hoc , se encontraron valores significativamente diferentes entre los dos músculos en el intervalo de 400 a 800 ms ( t (29) = 2,1; p = 0,04), en el intervalo de 2000 a 2400 ms ( t (29) = −2,2 ; p = 0,04) y en el intervalo de 2400–2800 ms ( t (29) = −2,1; p = 0,04). Sin embargo, ninguno de ellos estuvo por debajo del umbral p ajustado para siete comparaciones múltiples ( p = 0,007) y, por lo tanto, no se considerarán más.

Grupo Femenino, Clips De Felicidad, Lado Izquierdo

El ANOVA en el lado izquierdo mostró una interacción MUSCLE*BIN significativa ( F (6,174) = 11,421, p <0,000001; p ajustado por GG <0,000001; eta-cuadrado = 0,28). Las pruebas post hoc se realizaron mediante pruebas t de muestras pareadas que compararon los valores de los dos músculos en los siete grupos diferentes. Dadas las siete comparaciones, el umbral del valor p se ajustó según Bonferroni a p = 0,007. Se encontraron valores significativamente diferentes entre los dos músculos en el intervalo de 1200 a 1600 ms ( t (29) = −2,90; p = 0,006), en el intervalo de 1600 a 2000 ms ( t (29) = −3,99; p = 0,0004) , en el intervalo de 2000 a 2400 ms ( t (29) = −3,75; p = 0,0007) y en el intervalo de 2400 a 2800 ms ( t (29) = −3,67; p = 0,0009).

Grupo Femenino, Clips De Tristeza

El análisis de los clips de tristeza mostró una interacción MUSCLE*BIN significativa ( F (6,174) = 5,4237, p = 0,00004; p = 0,004 ajustado por GG ; eta-cuadrado = 0,16) sin ningún efecto lateral. Las pruebas post hoc se realizaron mediante pruebas t de muestras pareadas que compararon los valores de los dos músculos en los siete grupos diferentes. Dadas las siete comparaciones, el umbral del valor p se ajustó según Bonferroni a p = 0,007. Se encontraron valores significativamente diferentes entre los dos músculos en el intervalo de 1200-1600 ms ( t (29) = 3,091; p = 0,004), en el intervalo de 1600-2000 ms ( t (29) = 3,10; p = 0,004) y en el intervalo de 2400–2800 ms ( t (29) = 3,85; p = 0,0006).

Grupo femenino, clips neutrales

El análisis de clips neutros mostró una interacción MUSCLE*BIN ( F (6,174) = 2,2220, p = 0,043, eta-cuadrado = 0,07), que no sobrevivió al ajuste GG ( p ajustado = 0,07) y, por lo tanto, no se considerará más lejos.

Reconocimiento explícito de emociones

El ANOVA arrojó sólo un efecto principal del factor CLIP, indicando que se cometieron más errores al evaluar la tristeza que los de felicidad ( F (1,58) = 8,44, p = 0,003). Los tipos de respuestas incorrectas a los clips de tristeza se dividieron en dos categorías principales: disgusto (41% de los errores) y miedo (37% de los errores). No se encontró ningún efecto principal significativo del SEXO ( F (1,58) = 0,59, p = 0,41) ni ninguna interacción SEXO*EMOCIÓN significativa ( F (1,58) = 0,28, p = 0,54). Los resultados se ilustran en la Figura 3.

www.frontiersin.orgFigura 3 . Resultados de las calificaciones emocionales explícitas. Las barras de error indican un intervalo de confianza del 95% de la media.

Discusión

Hallazgo principal: las mujeres muestran más RFR que los hombres

El presente estudio muestra que en una población de niños italianos de 7 a 10 años, las RFR de manifestaciones faciales afectivas sólo pueden provocarse fácilmente en mujeres, de manera similar a lo que se ha informado en la literatura para adultos (Dimberg y Lundquist, 1990; Thunberg y Dimberg, 2000; Sonnby-Borgstrom et al., 2008; Hermans et al., 2009; Al igual que en los adultos, los RFR son evidentes en la actividad EMG al cabo de un segundo, con un aumento progresivo de la actividad de los músculos cigomáticos y una disminución de la actividad de los corrugadores superciliares al mostrar caras felices, y viceversa, un aumento de la actividad de los corrugadores superciliares y una disminución de la actividad de los músculos cigomáticos al mostrar caras tristes. Este patrón es más evidente para los estímulos felices que para los tristes, lo que concuerda con la única diferencia significativa en los datos de comportamiento, es decir, un mayor número de errores con caras tristes que felices.

El posible papel comunicativo de los RFR, más allá del mero mimetismo

¿Qué nos dicen estos datos sobre las diferencias de comportamiento entre hombres y mujeres? Para responder a esta pregunta uno debe saber de qué proceso psicológico son un marcador los RFR. Desafortunadamente, estamos lejos de una interpretación unívoca de los RFR como biomarcadores de procesos internos. La hipótesis de que representan una mera imitación de las manifestaciones afectivas observadas es simplista, por lo que hace menos probable la posibilidad de que las RFR sean un marcador de capacidades “empáticas”. La evidencia actual parece apuntar a un papel comunicativo más amplio de los RFR. Se considera que las expresiones faciales han sido configuradas evolutivamente como una herramienta comunicativa no verbal para sus congéneres (Darwin, 1872; Ekman y Oster, 1979). En este contexto, a los RFR se les suele denominar imitación de la actividad emocional. Sin embargo, los RFR parecen ser patrones de respuesta motora afectiva más complejos que el mero mimetismo. Representan respuestas afectivas a ciertos estímulos evolutivamente/biológicamente relevantes, que pueden ser expresiones faciales al igual que serpientes o arañas (Cacioppo et al., 1986; Dimberg, 1986). De hecho, los RFR se provocan fácilmente mediante escenas cargadas de afectividad en ausencia de manifestaciones faciales y, por lo tanto, su papel potencial en la recepción de señales afectivas comunicativas es débil. Además, cuando los RFR se producen en respuesta a manifestaciones faciales, no necesariamente siguen un patrón mimético, sino que pueden ser reactivos (como producir una expresión de miedo en respuesta a una cara enojada) (Moody et al., 2007). En conjunto, estos datos parecen apuntar a un papel comunicativo de los RFR que está más orientado a enviar información a sus congéneres en lugar de recibir información de sus congéneres. A la luz de esta suposición, es menos probable que los datos actuales indiquen un cerebro “menos empático” en nuestra población de niños varones, pero más probablemente una menor actitud para comunicar información afectiva socialmente relevante dentro del grupo. Al menos en parte, es posible inferir actitudes a partir de la respuesta EMG facial. Bourgeois y Hess (2008) estudiaron el impacto del contexto social en el mimetismo utilizando respuestas EMG faciales, quienes demostraron que el nivel de mimetismo facial varía en función de la pertenencia al grupo.

¿Origen adquirido o innato de las diferencias sexuales?

Encontrar diferencias neuroconductuales en la edad de desarrollo plantea la cuestión de si estamos describiendo un patrón innato determinado genéticamente o un patrón adquirido durante el desarrollo temprano debido a la interacción con el medio ambiente. Sabemos por la literatura que los RFR están presentes en la infancia en niños de tan solo 6 años (Deschamps et al., 2012) y recientemente se ha demostrado (Geangu et al., 2016) que los niños de 3 años ya muestran RFR. a los rostros, pero no a las expresiones de emociones corporales, a diferencia de los adultos, en quienes las RFR provocadas tanto por emociones faciales como corporales (Magnée et al., 2007). La presencia de RFR en niños de 3 años parece señalar un mecanismo cableado en su origen. Por el contrario, no podemos especular de ninguna manera sobre el origen innato o adquirido de la diferencia de sexo encontrada por nosotros, ni creemos que nuestro estudio esté diseñado apropiadamente para probar tal hipótesis. De hecho, varios factores mediados culturalmente, ajenos al procesamiento emocional básico, pueden modular las RFR. Por ejemplo, las actitudes negativas o positivas recientemente formadas hacia los actores observados pueden invertir los patrones de RFR (Likowski et al., 2008). Los RFR pueden modularse mediante la atribución de justicia al actor (Hofman et al., 2012). La expresión facial está fuertemente influenciada por efectos contextuales sociales (Vrana y Gross, 2004).

En particular, la pertenencia a un grupo puede modular las RFR, que tienden a ser más evidentes en respuesta a las caras del grupo (Yabar et al., 2006). Finalmente, también los factores relacionados con la tarea podrían ser la causa de la diferencia observada entre los participantes masculinos y femeninos. La ansiedad por el desempeño puede modular las RFR (Dimberg y Thunberg, 2007). También la dificultad percibida de la tarea y las demandas de la tarea pueden generar respuestas similares a RFR. De hecho, se ha demostrado que los RFR similares al ceño fruncido pueden contaminar las respuestas a manifestaciones afectivas positivas si una tarea exige recursos (Lishner et al., 2008). A la luz de estas observaciones, cualquier diferencia en el entorno humano que rodeaba a niños o niñas podría haber afectado sus primeros rasgos de personalidad. Sin embargo, el hallazgo actual es sólido y tiene implicaciones considerables para futuras investigaciones, especialmente desde el punto de vista metodológico, como se describe en el siguiente párrafo.

Valor de los datos actuales para la investigación RFR en desarrollo humano

Cualquiera sea la causa, los datos actuales son bastante explícitos al decir que las diferencias sexuales en tales capacidades ya se expresan en el grupo de edad del presente estudio y, por lo tanto, son de considerable valor al menos a nivel metodológico. Los RFR se utilizan cada vez más para probar hipótesis patogénicas sobre trastornos del desarrollo neurológico (McIntosh et al., 2006; Press et al., 2010; Deschamps et al., 2014) y, por lo tanto, se utilizan cada vez más en poblaciones pediátricas. El hallazgo original de diferencias de sexo en las RFR en adultos (Thunberg y Dimberg, 2000) influyó en gran medida en la selección de poblaciones experimentales en la literatura posterior. Creemos que un hallazgo similar en niños debería generar una precaución similar al evaluar los trastornos del desarrollo.

Conclusión

Descubrimos que el peculiar dimorfismo sexual en los RFR que está bien documentado en adultos ya está presente en la edad prepuberal. Los varones de siete a diez años mostraron una menor actividad EMG en los músculos faciales que sus pares femeninas. La incertidumbre sobre el papel funcional de los RFR limita la interpretación de los datos. Las teorías de la cognición encarnada postulan su papel en la conciencia de uno mismo y de los estados emocionales de los demás. Los RFR pueden tener un papel en la comunicación no verbal, de manera similar a las manifestaciones afectivas faciales abiertas. En este sentido, los datos actuales están en línea con las diferencias conocidas entre el comportamiento afectivo masculino y femenino, aunque no resuelven la cuestión de si estas diferencias son adquiridas o evolutivas. Es importante destacar que los RFR se utilizan generalmente en la investigación como marcador fisiológico de procesos afectivos y el presente hallazgo plantea cuestiones metodológicas relevantes en términos de selección de población.